RESUMEN
El concepto de
Seguridad Humana tiene que ver con momentos de extrema vulnerabilidad, no solo
en contexto de guerra sino en desastres naturales, tecnológicos y sanitarios
como el de la pandemia por Covid-19. Sin embargo existen muchos acercamientos a
la Seguridad Humana, para este ejercicio se escogió el entendimiento expuesto por
Mary Kaldor[1], que junto a su comprensión
de la Globalización como fenómeno complejo, aportan elementos sobre este nuevo
paradigma producto de la pandemia.
En momentos donde
hay tanta incertidumbre se corre el riesgo de que aumente el autoritarismo, por
eso los valores que encierran la Seguridad Humana, y especialmente su llamado
establecer fórmulas multilaterales para atender la crisis se hacen necesarios.
PALABRAS CLAVE: Covid-19,
Globalización, Seguridad Humana, Mary Kaldor
INTRODUCCIÓN
Este trabajo surge
del interés que una autora en particular despertó dentro del programa de Relaciones
Internacionales, se trata de Mary Kaldor quien se ha preocupado principalmente
por comprender las crisis (guerras) surgidas por la Globalización. Ahora bien,
la pandemia es un fenómeno actual, por lo que es difícil llegar a predecir sus
consecuencias, y mucho de estos debates aún no están consolidados en trabajos
de investigación, sino que hacen parte de artículos de periódicos y
conferencias en idioma inglés, por lo que este trabajo se basa principalmente
en conferencias que ella ha pronunciado de manera resiente.
Al preguntarse
cuál podría ser el aporte de Mary Kaldor para comprender la crisis producto de
la pandemia, se encuentra que tiene que ver con la renovada insistencia en la
necesidad de aplicar el concepto de Seguridad Humana para superar esta
coyuntura, pero también desde una comprensión amplia de lo que significa una
pandemia en un contexto de globalización, que llama a una nueva integración regional
en el caso de América Latina.
Finalmente, es
importante traer estas apreciaciones de Mary Kaldor al contexto latinoamericano
porque en nuestro medio el debate alrededor de cómo superar la crisis por el Covid-19,
parece relegado a lo que las potencias definan para esta parte del mundo, y
nuestros líderes parecen repetir sin mucha reflexión las formulas del mundo
desarrollado.
MARCO TEÓRICO Y METODOLOGÍA
Para abordar esta
interpretación que de la crisis por el Covid-19 expone Mary Kaldor, se hace
necesario volver sobre dos conceptos de esta autora, el primero es el de
Globalización y el segundo el de Seguridad Humana.
En segundo lugar,
es necesario conocer la manera en que Mary Kaldor entiende el nuevo paradigma
generador por la pandemia y la manera como el concepto de Seguridad Humana sería
fundamental para superar esta crisis. Ahora bien, como la autora se refiere al
fenómeno en términos generales y no frente al contexto latinoamericano o
chileno, se requiere acudir a las lecturas obligatorias para entender las
particularidades que supone la crisis en Chile frente a su coyuntura política
actual.
Globalización y Covid-19
Se considera
necesario volver al concepto de Globalización ya que para algunos analistas el Covid-19
generó una especie de regresión frente al proceso Globalizador, en este sentido
serían los Estados de nuevo los actores más importantes en las relaciones
internacionales, adquiriendo una renovada relevancia lo nacional, así como produciendo
cierres de fronteras y disminución en los viajes. La regresión en la globalización
producto del Covid-19, sería cierta desde una visión restringida de la
Globalización como flujo de negocios y acuerdos financieros, por lo que es
bueno retomar las características de la Globalización expuestas por Mary
Kaldor, para acercarse a lo que significa la pandemia para la Globalización.
El fenómeno de la
Globalización fue descrito por Mary Kaldor en el texto de Nuevas Guerras (2001),
como un proceso complejo que supone globalización y localización, integración y
fragmentación, etc., es un proceso que crea redes globales de individuos, pero
excluye y atomiza a grandes cantidades de personas.
Las tendencias de
la globalización pueden resumirse así:
En lo económico:
Transformación en lo que se conoce como paradigma técnico y económico. Esto
significa una drástica disminución de la importancia de la producción en masa
con base territorial, globalización de las finanzas y la tecnología, y la
especialización y diversidad creciente de los mercados; valoración del
conocimiento; disminución de la importancia de la producción con base
territorial; niveles mundiales de organización económica, pero los niveles
locales se han hecho también más significativos.
En lo político:
Transnacionalización y regionalización de la gobernanza. Que implica un aumento
de las organizaciones, los acuerdo y los organismos reguladores de ámbito
internacional, reafirmación de las políticas locales y regionales, crecimiento
de las redes transnacionales y no gubernamentales de carácter informal (ONG,
crimen internacional, grupos religiosos). La capacidad de movilización política
se ha ampliado enormemente, como consecuencia de una mejor educación y una
expansión de las clases cultas, pero también gracias a nuevas tecnologías.
En el campo de las
Organizaciones: Transformación de largo alcance de las formas organizativas. Se
pasa de un monismo de arquitectura formas verticales de organización jerárquica
a tela de araña, descentralización, horizontalidad. El proceso de globalización
ha empezado a desintegrar las culturas de organización vertical, por lo están
surgiendo nuevas culturales horizontales derivadas de nuevas redes
transnacionales, que reafirman las particularidades locales.
En las estructuras
sociales: Disminución de la clase obrera, aumento de trabajadores de la
información y trabajo de servicios, mayor disparidad de ingresos y disparidad
geográfica, división social del trabajo entre centro periferia y periferia de
la periferia; crisis de identidad: sensación de alienación y desorientación que
acompaña la descomposición de las comunidades culturales.
Cuanto más grande
es la sensación de inseguridad, mayor la polarización, y menos espacio queda
para valores políticos alternativos e integradores. La irrupción de la
globalización está relacionada con esta sensación de inseguridad, es decir, la
creciente interrelación y la sensación de impotencia que se genera cuando las
decisiones cruciales que afectan a la vida cotidiana se toman cada vez más
lejos, el Covid-19 magnifica esa sensación.
Es cierto que con
la pandemia podría haber una renovada importancia de las autoridades nacionales
y que “la cooperación regional y global
ha tenido enormes dificultades, tanto por presiones internas como por la
toxicidad del debate internacional entre las grandes potencias” (Aveledo, 2020),
pero no necesariamente la importancia de los Estados ya que muchas de las
medidas para superar el Covid-19 se toman en un ámbito local, así como en el
ámbito global con organizaciones internacionales como la Organización Mundial
de la Salud o medidas que se toman en la Unión Europea. De otra parte, algunas
de las características que describirá Mary Kaldor en su conferencia sobre
Seguridad Humana y Covid-19 mostrarán cómo lo que ella llama el nuevo paradigma
podría implicar una profundización de la Globalización.
Seguridad y Covid-19
El 14 de diciembre
de 2020, el Barcelona Centre for International Affairs CIDOB, invitó a Mary
Kaldor a un webinar sobre Seguridad Humana y Covid-19 (CIDOB Barcelona, 2020) en
esta conferencia la autora señala algunas características que traería este
nuevo paradigma producto de la pandemia:
1.
Cambio sobre la austeridad: venimos de
un largo periodo de austeridad neoliberal, que es responsable de las fallas del
sistema de salud que tenemos actualmente. Según Kaldor ya desde los años 70’s
el viejo paradigma fue el culpable de la rigidez de los estados. Estamos viendo
en la UE un plan europeo para superar el Covid-19, y un mayor gasto por todos
los gobiernos, que solo será sostenible si se restructura la deuda de los
países pobres, nuevas formas de impuestos para las multinacionales, etc.
2.
Enorme reducción en viajes: Tiene que
ver con el aumento del trabajo en casa que hace que las personas estén más
cerca de la naturaleza y sean más conscientes de los cambios climáticos.
3.
Mayor uso de las tecnologías y la
información: nos permite estar más conectados
4.
Mayor énfasis en educación en salud y cuidado.
5.
Cambio de lo global y lo local: De lo
global porque se necesita una respuesta global como la vacuna, no solo por
razones de justicia, sino porque no se puede eliminar la enfermedad sin una
respuesta global, pero la respuesta también tiene que tener una base local,
cosas como pruebas y rastros del virus solo funcionan a nivel local
Antes las guerras
eran momentos de transformación social y política, el Covid-19 llama a una
visión global y regional, no solo nacional y hacia una seguridad global antes
de que una seguridad nacional.
Pasemos ahora al
concepto de Seguridad en los términos en que es entendido por Mary Kaldor el
cual se encuentra en varios de sus textos, pero se privilegió lo expuesto en el
texto de Human Security: A European Strategic Narrative (2008).
Tradicionalmente
se entendía seguridad como la ausencia de violencia física, mientras que el
desarrollo era visto como desarrollo material, pero en la época de la
Globalización estos conceptos tienen que redefinirse por fuera del marco de los
Estados nación. Los fines de la seguridad humana, no son la simplemente la
estabilidad política, sino que incluye nociones de justicia y sostenibilidad.
En la Seguridad Humana, la finalidad del ejercicio de protección y preservación
que de luchar con el enemigo. Podría parecer un poco utópico, pero es la única
manera de afrontar las nuevas crisis.
El objetivo de la
Seguridad Humana es garantizar el respeto de los derechos humanos, la
protección significa una protección física pero también material, que es
económica, social, política, garantizar la legitimidad de la autoridad política,
consultar a la población local, es decir que se debe vincular a la población
civil. Se debe actuar dentro en el marco del derecho internacional, con los
distintos actores tanto estatales como no estatales, con una mejor división de
tareas, a través de reglas de cooperación.
Los problemas de
seguridad necesitan diálogos regionales y acciones conjuntas entre los países,
a través de claras y transparentes estrategias de dirección.
Con el Covid-19, la
salud de los habitantes se convirtió de nuevo en una responsabilidad de los
gobiernos, es algo propio del concepto de seguridad humana. Para este nuevo
paradigma que implica el COVID-19, según Mary Kaldor (CIDOB Barcelona, 2020),
se necesita pasar de lo nacional a un gobierno multinivel que necesita
regulación global, regional, local y menos nacional. La pandemia pone en
evidencia toda su incompetencia y la falta de legitimidad de nuestros gobiernos.
Las personas creen en las instituciones y confían que ellas las mantendrán
seguras. El problema es que los estados nacieron vinculados con la guerra y por
eso actúan frente a la pandemia como una guerra, en términos de Sebastián
Chiappe: “La pandemia, a la cual muchos líderes enfrentaron desde los hechos y
desde el discurso como una guerra, tuvo el mismo efecto que un conflicto
bélico: la unidad detrás del líder.” (Dialogo Político, 2020)
La seguridad
humana tiene que ver con la seguridad de individuos y comunidades más que de Estados,
y sobre seguridad física pero también material aplicado tanto a lo global como
a lo local. A nivel local para hacer frente a las nuevas guerras y evitarlas, a
nivel local seguridad social.
En un artículo
resiente, Mary Kaldor sostiene:
Lo que hace falta
es una reforma mundial. El mundo necesita unas instituciones capaces de gravar,
regular y controlar los males mundiales como las desigualdades y la pobreza, la
destrucción medioambiental y la guerra. Las instituciones económicas
internacionales están abandonando las medidas de austeridad, pero, para que esa
nueva política sea sostenible, es necesario un programa generalizado de
reestructuración de la deuda. También hace falta cobrar impuestos a los
gigantes multinacionales, como Google, Amazon o LVMH, que se escapan a las
jurisdicciones nacionales; controlar la especulación financiera y gravar las
emisiones de carbono. Y necesitamos instituciones capaces de promover bienes
públicos como la redistribución social y económica, la lucha contra la pobreza,
la cooperación frente a las pandemias mundiales, medidas consensuadas para
detener el cambio climático y la organización de esfuerzos para hacer frente a
las guerras, el terrorismo, el crimen internacional y otros tipos de violencia.
(El País, octubre 30 de 2020)
Antes de la
pandemia, nos enfrentábamos a un aumento del populismo y el autoritarismo, como
un fenómeno estructurar con características que parecen el resultado del neoliberalismo,
aumento de la inequidad que genera que las personas sean proclives a tener
ideas racistas, la privatización ha creado toda una nueva clase oligarquías que
dependen del estado, y que terminan financiando campañas populistas y
autoritarias, este fenómeno podría aún acrecentarse con la pandemia.
Con esta nueva
crisis producto de la pandemia según Aveledo Coll tendemos a olvidar las
ventajas que estructuralmente tienen las democracias no solo para enfrentar la
epidemia, sino también para gestionar sus consecuencias. Los países
democráticos son aquellos que han tenido mayores avances en salud pública aun
cuando venimos de reformas y ajustes derivados de la crisis del 2008. De otra
parte, la democracia supone responsabilidad de sus gobernantes y existe debate
sobre las políticas a implementar, y aspira al desarrollo de todos los seres
humanos por lo que las decisiones que se tomen propendan siempre a una mayor
cobertura de los servicios públicos. (Dialogo Político, abril 21 de 2020)
Para Maristella
Svampa, la pandemia nos coloca ante un dilema:
O bien vamos hacia
una globalización neoliberal más autoritaria, un paso más hacia el triunfo del
paradigma de la seguridad y la vigilancia digital instalado por el modelo
asiático, tan bien descrito por el
filósofo Byung-Chul Han, aunque menos sofisticado en el caso de nuestras
sociedades periféricas del Sur global, en el marco de un «capitalismo del
caos», como sostiene el analista boliviano Pablo Solón. O bien, sin caer en una
visión ingenua, la crisis puede abrir paso a la posibilidad en la construcción
de una globalización más democrática, ligada al paradigma del cuidado, por la
vía de la implementación y el reconocimiento de la solidaridad y la
interdependencia como lazos sociales e internacionales; de políticas públicas
orientadas a un «nuevo pacto ecosocial y económico», que aborde conjuntamente la
justicia social y ambiental. (Nueva Sociedad, 2020).
DESARROLLO DEL
ARGUMENTO
Seguridad Humana y
pandemia en Chile
Cuando le
preguntan a Mary Kaldor por su visión de la protesta social en Chile, se muestra
optimista:
Estoy tan
preocupada como excitada por lo que está ocurriendo en esos países. Lo de Chile
lo he seguido bastante de cerca. Estoy con ellos. Yo también estaría en la
calle protestando si estuviera allí. Pero, por otro lado, estoy preocupada,
porque las protestas pueden llevar a nuevas guerras. En el caso de Líbano quizá
no, pues, después de los horrores del conflicto civil, hay menos predisposición
hoy para volver a esa violencia tan brutal. Me parece muy interesante que los
jóvenes se estén manifestando y que rechacen el sectarismo. Esto es
maravilloso. Quizá tengan éxito justamente porque nadie quiere otra guerra. (El
periódico, enero 2020)
Para Mónica Nieves Aguirre (2020),
la crisis por la pandemia debe hacernos pensar en la necesidad de la integración
regional, ya incluso con la UNASUR tanto a través de sus amplios objetivos
específicos -que abarcan educación, cultura, medioambiente, migraciones, entre
otros-, como el Consejo de Salud Suramericano (CSS), crearon lo que Riggirozzi,
Herrero y Tussie (s.d.) se había tocado el tema de una llaman una “diplomacia
sanitaria”, es decir una cooperación sanitaria de beneficio mutuo. A pesar de
lograrse avances como venta de medicamentos a la región a bajo costo, incluir
redes que funcionaban en la región en la estructura de la CSS, a través del
Instituto Suramericano de Gobierno en Salud (ISAGS), el CSS promovió políticas
comunes y actividades coordinadas en salud entre los miembros, todo esto se vio
estancado con su desarticulación, permaneciendo tan solo tres estados en la
actualidad: Guyana, Surinam y Venezuela.
Para Aguirre se debería combatir las medidas que
implican una seguritización apremiada por el estado de emergencia, con el compromiso con la
perspectiva de seguridad humana que es el impulso necesario no solo para
potenciar la cooperación, sino para generar necesarios canales de acción en
tanto preventivos como eficientes, si se contempla la relación existente entre
paz, seguridad y desarrollo.(Flacso, 2020)
Siguiendo a Oyarzún
(2000), además de todas las consecuencias que el COVID-19 puede tener en los
países “subdesarrollados” de América Latina, que cuentan con falta de cobertura
en los servicios públicos, desigualdad etc., Chile pasa por un auge de la
protesta social, generada principalmente por la inequidad, así como vacíos en
el sistema de protección social y falta de legitimidad de las autoridades
democráticas.
Antes de la
pandemia el presidente Sebastián Piñera tenía un porcentaje de aprobación del
6%, la pandemia en genera ha aumentado el porcentaje de aceptación de los
presidentes de América Latina, pero como señala por Sebastián Chiappe (Dialogo Político,
2020) se trata de una situación coyuntural.
En marzo, Chile
tuvo su primer caso de Covid-19, y a pesar de a pesar de ser un ejemplo en la
región frente a las medidas tomadas, presenta una de las mayores tasas de
infección. En materia económica los efectos de la pandemia se reflejan en la
tasa más alta de desempleo desde 1987. En conclusión, es difícil que la
ciudadanía confié en las medidas que el gobierno deba implementar para combatir
el COVID-19 cuando hay una crisis institucional como la actual, máxime las que
restringen la protesta social por razones sanitarias. Las protestas sociales en
Chile llevaron a que se realizara un plebiscito para cambiar la constitución chilena,
a través de una constituyente con miembros electos popularmente.
Existe cierta
preocupación mundial por como las medidas por el Covid-19 han implicado ciertas
limitaciones a las libertades, en Chile según Oyarzún (2020) se ha acentuado la
militarización del país, como si se estuviera preparando para una nueva
represión de la protesta social.
Patricia Arias
analiza el número de delitos del primer semestre de 2020 en Chile, comparado
con los años 2018 y 2019 para señala que: “Queda en evidencia el aumento de la
violencia en tiempos de pandemia, como lo muestran los homicidios en general,
la leve disminución de los robos violentos y, más aún, el alza en las
expresiones más graves de la violencia doméstica y de género.” (Revista
Animal Político, 2020).
Según Acevedo (2020),
la pandemia en Chile ha afectado de manera desigual tanto a los territorios como
a las personas, y aún que hay cierto protagonismo de los Estados, las personas
también piden un mayor protagonismo de los gobiernos locales. En un sondeo liderado
por la Asociación Chilena de Municipalidades (AChM, sept/2020) para
conocer la opinión ciudadana sobre la gestión municipal y las medidas para
enfrentar la pandemia, reveló que 70% reconoce el importante rol que los
municipios han jugado en este escenario, y 83% prefiere que sean estos los que
administren más recursos para las ayudas sociales. Sin embargo, las municipalidades
han disminuido sus ingresos y aumentado sus deudas en este periodo, por lo que
muchas estaban en riesgo de insolvencia financiera. Señalan, que la ayuda del
gobierno central ha sido insuficiente.
El manejo de la
pandemia desde un enfoque de seguridad humana requiere de una efectiva
descentralización, fortalecimiento de la capacidad técnica de los municipios,
transparencia y rendición de cuentas.
REFLEXIONES FINALES /CONCLUSIONES
La pandemia
aumenta nuestra percepción de inseguridad como toda crisis, y esto puede ser
usado tanto para aumentar las tendencias autoritarias como para cambiar el
rumbo de las políticas neoliberales, que son las responsables de que nuestros
sistemas sanitarios no responde frente a los retos de la pandemia. En una
primera etapa los Estados tomaron medidas proteccionistas, con subsidios,
fortalecimiento de los servicios de salud, lo cual era necesario. Pero esto no
será sostenible a menos que se realicen reformas tributarias que graben a las
grandes multinacionales, también se requiere que las elites nacionales dejen de
lucrarse del aparato estatal y se acabe el matrimonio entre gobernantes y corporaciones.
La crisis por el Covid-19,
agudiza también la falta de legitimidad de nuestras instituciones. Si bien las
encuestas muestran un mayor grado de aceptación de los gobernantes, esto solo
se debe a una mayor presencia en medios y a que los subsidios que han sido
utilizados para hacer populismo. Se trata de una situación coyuntural, pero
nuestros gobiernos deberán tomar medidas profundas que requerirán la
participación ciudadana, o de lo contario habrá un acrecentamiento del
autoritarismo.
En materia de
relaciones internacionales parecería que la pandemia significó un retroceso,
pero la manera más eficiente de afrontar esta crisis será a través de la ayuda
regional, Europa parece mucho más consciente de esto a través de su Plan
Europeo para superar la crisis, es realmente una lástima que UNASUR se
encuentre desmantelada, porque habría sido una organización fundamental para el
dialogo regional sobre la crisis. En este momento, los países de América Latina
parecen mucho más preocupados por su estabilidad interna, y aquellos que han
sido un puente para la integración pasan por conyunturas que les impiden tener
el liderazgo que se requiere. Brasil, por ejemplo, pasa por una crisis de
gobernabilidad y un gobierno autoritario como el de Bolsonaro, Chile debe
concentrarse en la constituyente, Venezuela que ha sido de los países que más
ha impulsado el dialogo regional, está resistiendo al ataque del hegemón
incluido sus aliados Latinoamericanos.
Ante esta
coyuntura, lo único que nos queda es la población civil y actores
internacionales. El Covid-19 nos ha unido regionalmente, se ha facilitado el
intercambio académico y el dialogo regional no estatal, a nivel local la gente
también se ha organizado y la ciudadanía canaliza recursos y ayudadas para
ayudar a las regiones más golpeadas.
Latinoamérica debe
unirse, para que la forma en que el mundo desarrollado supere la crisis por el Covid-19
no sea el extractivismo y despojo en nuestros territorios. El concepto de
Seguridad Humano aplicado al contexto Latinoamericano, permitirá un desarrollo
más homogéneo en las regiones y un dialogo regional para afrontar los problemas
comunes producto de la crisis.
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